El NO, no es Solamente un No

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El No es; Tornar nuestros caminos hacia lo Negativo. El No es la División, el Rechazo, el Divorcio, la Discriminación, el Odio, el dolor, la Tristeza, la amargura, la depresión. El No es el infierno y la muerte. Mientras que el Sí, es Tornar nuestro camino hacia lo Positivo. El sí es la unión, la aceptación, es la aprobación, es un gesto de apoyo moral, una muestra de afecto, la empatía, la solidaridad, es la felicidad, y es lidiar con el otro lado, con comprensión, es llegar al acuerdo. El Sí es el cielo y la vida.  En cambio, la Libertad está luchando en un tira y afloja entre el Sí y el No. Sólo basta un cambio de percepción, para sentir ser libre con el No, o sentirse libre con el Sí. ¿Quién decide la percepción de cada individuo, si queda demostrado que somos tan influenciables?

LA VERDAD OCULTA SOBRE HOMBRES VICTIMAS DE LA EXCLUSIÓN SOCIAL Y LA MISANDRIA



Un día, apareció un nuevo vecino en la comunidad. Anabel, la señora de 75 años le encontró en su portal. A - ¿Qué haces aquí? Le preguntó confundida al nuevo inquilino, ya que Anabel le recordaba haber visto a éste observándola en distintos lugares del municipio. V - Soy tu nuevo vecino. Pero a Anabel no le gustó nada su presencia, ya que ella le había notado que él le perseguía. Furiosa le amenazó.

A - Como intentes hacerme algo mi marido se va a enfadar mucho y te va a querer matar. El vecino sospechoso se quedó pasmado, pero con el rostro entristecido le quiso hacer llegar una reflexión. 

V - Escúchame, mi abuela me decía que en África había niños muriendo de hambre, que en la mesa tenía un plato de alubias, así que no fuese tonto y que comiera.

A -¿Y?

V - Mi abuela y bueno, todas las abuelas del mundo desean lo mejor para sus nietos, no quieren ver a esos niños pasando hambre.

A - ¿Qué me quieres contar con eso?

V - ¿Usted si viera a un joven africano morirse de hambre... Si lo viera desnutrido, deshidratado, moribundo, casi como un esqueleto viviente. ¿Usted le daría de comer?

A - Claro que sí.

Le contestó la señora.

V - Entonces, si yo le digo que hay personas en su propio pueblo, que al igual que de hambre, mueren también faltos de cariño. En la exclusión social, en el abandono total, en el desamparo, sin amor, sin atención, sin cariño,... Si yo le dijera a usted, que me muero de falta de cariño, usted me podría dar un abrazo?

A - ¡No! Dile a tu madre que te lo dé.

La anciana se hartó de escuchar sus palabras y no queriendo oír más, para no darle una sola oportunidad para sentir pena de él, se dirigió hacía la puerta.

V - No sabes lo que has hecho.

Le dijo amenazante el nuevo vecino.

La anciana, abriendo la puerta se frenó lentamente, aún sin salir del portal, puso en alerta sus dos oídos de espaldas al dichoso hombre misterioso.

V - Has sido xenófoba. 

Le aviso a la señora. Puso una mano en su hombro, y susurrando comenzó a dar una explicación. 

V - Es como si a un africano necesitado le dijeras que se vaya a su país a pedir  comida. Yo no tengo amor en la familia que a mí me ha tocado. Y no es culpa mía. Ni siquiera ellos se quieren entre ellos.

La anciana se marchó y dió un fuerte portazo. 

Esta historia podría pasar en cualquier municipio del país Vasco, y da lo mismo cómo acabe la historia, porque seguirá pasando y no le importará a nadie.

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