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LA MUJER NARIGUDA ES UNA BELLEZA EXTRAORDINARIA

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Me gustan las mujeres maduras desde siempre, y esta semana he descubierto que además me chiflan si tienen la nariz grande. Todos los días por la mañana, subo al tren para ir al trabajo. En el mismo vagón que voy yo, suele entrar una mujer madura (de 45 años aproximadamente), (muy guapa para mi gusto) y tiene una nariz muy grande. Lejos de ser su nariz algo espeluznante, en verdad le queda bien, muy pero que muy bien. Diría que es hasta sexy, elegante, e imponente. ¡La mujer más guapa del vagón! Me di cuenta, esta semana, de algo muy curioso, y es que pensando 🤔 en su esbelta nariz, empecé a recordar a otras mujeres maduras que me gustaban de antes. De mucho antes, desde que era yo un adolescente por lo menos, y resulta, que muchas de las anteriores mujeres, que también me gustaban, tenían nariz grande. ¡Caramba! Entonces recordé que yo mismo solía decir que me gustaban las de aquí, las vascas, y es que era por eso. Claro, las latinas, africanas o asiáticas, ninguna de esas extranjeras

UNA POESÍA INSPIRADA EN AMORES PLATÓNICOS

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En el jardín de mi alma florece el fuego, una pasión intensa que no tiene sosiego. Es un amor platónico, un sueño inalcanzable, que me consume el corazón y me hace vulnerable. En mis noches solitarias, suspiro por ti, navego entre ilusiones que no puedo omitir. Tu belleza es un faro que guía mi andar, pero sé que en este mundo no puedo aterrizar. En cada mirada, encuentro un abismo sin fin, donde se mezclan el éxtasis y el dolor sin confín. Eres un imposible, una estrella inalcanzable, y en cada latido siento que mi amor es inmutable. Anhelo tus caricias, tus labios y tu piel, pero solo puedo soñarte, en un mundo irreal. La pasión arde en mi pecho como un fuego eterno, y el dolor de tu ausencia se torna mi invierno. Tu imagen se despliega en mis pensamientos, y alimenta mi alma de dulces tormentos. Pero sé que este amor, tan bello y trascendental, es solo un sueño efímero, un anhelo irreal. El amor platónico, como un suspiro en el viento, enciende mi ser, me consume por den