UN POEMA DE UN JOVEN PARA UNA MUJER MADURA

En el horizonte de sus ojos, un joven se pierde,

contemplando un mar en calma, un sueño que le envuelve,

una mujer madura, bella y serena,

que enciende su pasión, le inspira y lo llena.

En su mirada encuentra la paz que anhela,

un océano de serenidad que lo cautiva y desvela,

sus ojos grandes, reflejo de un alma radiante,

lo atrapan en su esencia, en un instante.

En las noches en vela, sus pensamientos se enredan,

tejiendo sueños y anhelos, donde sus manos le evadan,

desea confesarle lo que en su pecho arde,

que sin ella, su vida carece de sustancia en la sangre.

Ella es la musa que dibuja su poesía,

la melodía que su corazón suavemente acaricia,

en cada latido, su esencia hace presencia,

y en cada suspiro, su amor pierde paciencia.

En su belleza madura, encuentra el anhelo,

una conexión profunda, dulce como el caramelo,

sin ella, su vida es solo un eco en la distancia,

un paseo sin rumbo, una triste existencia.

En susurros callados, sus palabras se ocultan,

pero en un poema, su amor se revela y se catapulta,

con la esperanza de que ella lo escuche y comprenda,

que su deseo y pasión son auténticos, sin leyenda.

En cada amanecer, sus pensamientos la encuentran,

susurran al viento sus sueños, y en la noche se adentran,

desea decirle que su vida solo tiene sentido con ella,

y juntos, conquistar el mundo, tejiendo una bella novela.

En su mirada contempla un mar en calma,

su serenidad le atrapa, le inspira y desarma,

y en las noches en vela, su amor florece,

anhelando que ella comprenda, que él solo por ella padece.